SIDA : ¿qué hay de nuevo?

Pablo Barreiro García

Servicio de Enfermedades Infecciosas. Hospital Carlos III, Madrid

(Revista Médica nº 59, Diciembre 2005)

 

La perspectiva vital de las personas infectadas por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) ha cambiado de forma drástica en los últimos años, al menos en aquellos países donde se dispone de un tratamiento antirretroviral potente. Aunque todavía se trata de una enfermedad incurable, la administración de una combinación triple de antivirales es capaz de anular la replicación viral, lo que se sigue de recuperación inmunológica y un riesgo muy bajo de desarrollar el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA).

 

Estos beneficios van más allá del ámbito médico, de modo que muchos de nuestros pacientes, antes con un futuro sombrío y una calidad de vida muy limitada, han recuperado su actividad laboral y social. Como consecuencia, en las consultas especializadas de VIH/SIDA venimos atendiendo en los últimos años a un número creciente de pacientes que plantean la posibilidad de tener hijos. En muchas ocasiones el otro miembro de la pareja no padece la infección por VIH; son las llamadas parejas serodiscordantes, así que nos enfrentamos con un doble riesgo de transmisión del VIH: sexual y materno-fetal, lo que plantea un importante problema ético. Sin embargo, las evidencias disponibles indican que, si el miembro seropositivo recibe el tratamiento antirretroviral adecuado, el riesgo de transmisión del VIH en una relación sexual no protegida es extremadamente bajo; si la viremia se mantiene indetectable a lo largo del embarazo en una mujer VIH positiva, la posibilidad de que el niño nazca infectado es menor del 1%. Estos datos han llevado a organismos nacionales e internacionales a reconsiderar las recomendaciones iniciales, que desaconsejaban el embarazo en personas infectadas por VIH, para invitar a los médicos a que acompañen a sus pacientes en la toma de decisiones personales relacionadas con su salud reproductiva y su deseo de descendencia.

 

En los últimos años se han desarrollado técnicas de reproducción asistida en un intento por reducir aún más el riesgo de transmisión del VIH. Se trata fundamentalmente de, en el caso de varones VIH positivos, someter el semen a un proceso de filtrado hasta obtener un concentrado de espermatozoides para realizar la inseminación o fecundación. De este modo, se eliminan células no germinales y plasma seminal, fracción que puede contener el VIH con mayor probabilidad. La experiencia con esta técnica ha sido satisfactoria en términos de seguridad, pero no tanto en cuanto a su eficacia reproductiva. A ello hay que añadir el elevado coste y los problemas éticos que las técnicas de reproducción asistida plantean a algunas parejas.

 

Por todo ello, en un número importante de casos, el embarazo natural es hoy por hoy la única alternativa reproductiva. Desde nuestro punto de vista, los datos disponibles indican que, con un control médico riguroso, la opción de la reproducción natural es actualmente aceptable. Es más, creemos que existe una obligación ética de proporcionar asesoramiento médico en este sentido a los pacientes infectados por el VIH que, después de haber recibido una información completa sobre las diversas opciones reproductivas, plantean la posibilidad de un embarazo natural.